Desde Granada a Castilla, pasando por Despeñaperros.
A las nueve de la mañana nos embarcamos en dicho peregrinage, con la sana intención de pasarlo bien y conocer otro territorio.
Bien es sabido por todo aquel que haya vivido en Andalucía que Despeñaperros representa la frontera entre el norte y el sur, y que una vez pasada esa frontera los quehaceres y costumbres varían bastante, especialmente en cuanto a lo culinario se refiere.
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Tostada de tomate |
Nuestra primera parada se realiza en un bar de carretera para desayunar, aún en la provincia de Granada, saboreamos el café cargado y el tomate de la tostada siendo conscientes de que tendrían que pasar varios dias para poder repetir tal ritual.
Pasando por Despeñaperros, al tener que hacerlo a 50 kilometros por hora, disfrutamos del paisaje y admiramos las grandes obras que se están llevando a cabo, pensando en que una vez finalizadas el paso será mucho más libiano, y a su vez, mucho menos atractivo.
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llanura castellana, no hay montañas en el horizonte |
Saliendo del paso natural nos adentramos en la gran llanura que es Castilla, sorprendidos de la falta de montañas en muchos kilómetros de distancia, algo a lo que los andaluces no estamos acostumbrados.
A mediodia hacemos nuestra primera parada turística. En un hotel de carretera, el Hotel El Hidalgo, en Valdepeñas, para que nos den de comer, y esperamos degustar algo típico de la zona. Pisto manchego delicioso y sabroso jamón ibérico hacen disfrutar a nuestros paladares. El trato es amable, el lugar tranquilo y de calidad.
Continuamos el camino hacia Toledo, pasando junto a Valdepeñas, Manzanares, desvío en Madridejo,... último esfuerzo, estamos cansados, pero el paisaje y la curiosidad amaina el malestar.
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calle de Toledo |
A eso de las cinco de la tarde entramos en la ciudad de Toledo y buscamos el hotel reservado, Hotel Carlos V, nos sorprende la facilidad de acceso al centro de la ciudad, claras señalizaciones y tráfico fluido. Dejamos el coche en el aparcamiento público concertado con el hotel, a unos dos minutos andando, y por fin!, bajamos las maletas y hacemos turismo.
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Plaza de Zocodober, Toledo |
Un breve paseo antes de cenar, aconsejados agradablemente por el recepcionista, nos hace pensar que no nos dará tiempo a contemplar la ciudad para entenderla en tan solo un día, nos cuentan que es la ciudad de las tres culturas, judía, árabe y cristiana. Después, cena en el restaurante Abadía, próximo a la plaza de Zocodober. Un globo, una hoja para dibujar y unos lápices para cada uno de los niños que llevamos hacen las delicias de éstos. Las delicias de los adultos son otras, surtido de exisitas tapas de la casa, ensalada especial, ternera del lugar en su punto y cerveza bien fría. La amabilidad y simpatía de los camareros ayudan a que la cena sea de lo más agradable.
Al día siguiente, otro breve paseo tras el copioso desayuno, y el desagradable mal tiempo que hizo ese día nos hace recoger nuestras cosas antes de lo previsto y partir hacia nuestro próximo destino. Nuestra estancia en el Hotel Carlos V fue bastante satisfactoria, además de por sus agradables y tranquilas instalaciones, por su situación, próximo a todo, en el centro.
Ya en el coche, divisando cada vez más lejos la ciudad de Toledo, nos encaminamos hacia nuestro siguiente propósito, almorzar entre las murallas de la ciudad de Ávila.
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una puerta de entrada a la muralla de Ávila |
El recorrido entre Toledo y Ávila, se hace entretenido a la par que desconcertante, el paisaje cambia bruscamente en distintas zonas, sin avisar. Cuanto más nos acercamos a Ávila más se llena el paisaje de encinas y grandes canchos. Tardamos casi dos horas.
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Hotel Las Moradas, Ávila |
Una vez llegado a la ciudad se nos hace un poco más espeso el llegar al centro que en Toledo, la señalización es confusa, pero, llegamos. El coche lo cobijamos en el aparcamiento público y nos disponemos a dar un paseo en el interior de la zona amurallada. Al pasar por una de las puertas advertimos de la robusted de la constucción, y ya en las calles peatonales disfrutamos de los edificios ambientados en la época, se respira tranquilidad y el tiempo se detiene.
Un cartel que dice 'Horno de asar' nos cautiva y no podemos evitar pasar por debajo para saciar nuestra curiosidad y también nuestra saciedad. Es el restaurante del Hotel Las Moradas.
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Chuletón de Ávila |
El arroz de los niños y nuestros chuletones se devoran con satisfacción, sin olvidar las suaves y sabrosas patatas revolconas, y ya con el buche completo y con algo de pena decidimos recoger nuestro vehiculo y partir hacia La Horcajada, último destino del día.
En este pequeño pueblo de la provincia de Ávila es donde nos hemos citado con mis padres (que vienen de Mallorca, donde residen) para vernos, ese es el lugar donde mi madre pasó su niñez y es visitado esporádicamente por toda la familia.
Tras casi dos horas de camino alcanzamos la casa de mi abuela, donde ellos pasarán los proximos cuatro días. Finalizados los saludos, abrazos, besos, presentes y cotilleos pertinentes, derivados de una larga temporada sin vernos, acordamos ir a disfrutar de una cena en familia al pueblo vecino de El Barco de Ávila, donde nostros tenemos reservado una habitación para dos noches en el hotel Real de Barco.
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Casa antigua de La Horcajada - Ávila |
La cena en El Barco fué algo rutinaria, llovía, y muchos de los bares y restaurantes que había estaban cerrados, a pesar de ser Semana Santa. En el restaurante Balcón de Gredos pudimos cobijarnos y degustar algún plato típico, como por ejemplo judías del Barco, por el que un servidor no pudo resistirse.
Ésta es otra de las cosas que nos sorprende a los andaluces cuando pasamos la frontera de Despeñaperros. Posiblemente sean costumbres, pero, se nos hace muy difícil de asimilar ver bares cerrados o vacíos cualquier día de la semana a las diez de la noche, especialmente en zona de tapas como es Granada, en la que cualquier día de la semana es digno para poder sentarse en una terraza a tomar unas cuantas cervezas hasta la hora del cambio de día por lo menos.
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Restaurante El Vergel de Gredos, Bohoyo - Ávila |
Curiosidades aparte, el día siguiente lo utilizamos para pasarlo entero con mis padres y éstos con sus nietos, que es lo que querían realmente.
No podemos dejar pasar el lugar donde nos llevaron a comer. El restaurante se llama El Vergel de Gredos y está situado en una paradisíaca zona de la localidad de Bohoyo en la provincia de Ávila, junto a un bravo y frío (se nos antoja) río, en el que los chuletones son para degustarlos con paciencia, dado el gran tamaño de la pieza, aunque hemos de reconocer que no estaban tan tiernos y sabrosos como los anteriores.
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Plaza de Piedrahita - Ávila, lloviendo mucho |
Por la tarde dimos un paseo por la plaza principal de Piedrahita, a diez minutos de La Horcajada. Llovía copiosamente y hacía frío, por lo que la visita fué breve.
Finalizado el día, y tras una aprovechada siesta, pasamos el ecuador de nuestras vacaciones.
Por la noche, la cena preferimos hacerla en casa de mi abuela, donde se alojan mis padres. Allí pasamos un agradable rato en familia comentando novedades y poniendonos al día en cuestiones personales, y además recordando viejos tiempos en los que en esa casa se reunían todos los miembros de la familia, que es bastante numerosa. Yo era muy niño, y tengo muchísimos recuerdos de jugar con mis primos dentro y fuera de la casa, en verano yendo al río y en invierno deslizándonos por la nieve en la puerta de casa. Tiempos entrañables!
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El Barco de Ávila - Ávila, vista desde el Hotel Real de Barco |
Tras nuestra estancia en el Real de Barco volvemos a hacer las maletas y con bastante pena desalojamos la suite que nos habían adjudicado. De este hotel se puede decir que sorprende agradablemente al visitante cuando se adentra en el edificio y respira esa mezcla de sosiego, modernidad y amabilidad.
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Gasolinera de Peñaranda de Bracamonte - Ávila, no pasan los años |
Nuestro proximo destino, en el día cuatro de nuestras vacaciones es Medina del Campo, a dos horas de camino, donde residen dos de mis tíos, el viaje lo hacemos junto a mis padres, ellos también van a hacer la visita, además, el motivo de esta ruta es visitar a mi abuela, que actualmente se encuentra en una residencia de Matapozuelos, un pueblecito a unos quince kilómetros de Medina. El trayecto se ve truncado por una parada de alta obligatoriedad que durante muchos años de mi infancia hemos realizado al repetir esta ruta: tomar un refresco en la gasolinera amarilla de Peñaranda de Bracamonte. Esto es uno de mis más frescos y cariñosos recuerdos de aquellos viajes de cuando era pequeño.
Hemos comido antes de llegar. Una vez en Medina del Campo hacemos una corta visita a mi tío, mis primos han cambiado mucho, hacía tiempo que no les veía. Mi tío accede a acompañarnos a ver a mi abuela, así nos mostrará el camino.
Tras unos diez minutos en coche aparcamos en la puerta de la residencia. La última vez que vi a mi abuela fué hace más de un año, sin embargo la veo bastante espabilada y agil, mejor de lo que yo pensaba. Hablo por teléfono con ella cada dos o tres meses, verla en persona me emociona mucho, tengo interminables recuerdos junto a ella y todos mis primos. Ella te mira con cara de alegría y a la vez resignación, no está de acuerdo en quedarse allí. Después de muchos besos, algunas lágrimas y fuertes abrazos nos volvemos a montar en el coche.
Hacemos otra breve parada en Olmedo, cerca de allí, es el lugar de trabajo de mi tía (la de Medina del Campo, que lío). Una vez allí nos despedimos definitivamente de mis padres, que se quedarán unos días más, y de mis tíos.
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Llegando a Madrid por la A-6, pasado el tunel de Adanero |
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Con bastante pena y cansancio tomamos ruta a Madrid. Dudamos durante varios kilómetros si pararnos en Segovia a hacer noche o continuar hasta Granada. Al final decidimos continuar, somos conscientes de que el camino va a ser largo, sobre todo para los pequeños. El día esta lluvioso por toda la península por lo que se hace algo mas pesado el camino, especialmente al caer la noche y pasando por Despeñaperros.
Pasada la media noche llegamos a Granada, muy cansados. Nos vamos todos a la cama con grandes recuerdos, del sentido de la vista y del gusto, y con muchas ganas de que amanezca para llamar por teléfono a la familia y comentar la experiencia.
Ya estamos planeando otra ruta para nuestras próximas minivacaciones. Es muy fructífero viajar por las ciudades españolas.
iker gonzalez