Llevaban semanas esperando esa última carta.
El departamento de Adopciones del Consejo Central les acababa de comunicar la confirmación de aceptación por parte de la madre, la fase de entrega del bebé estaba en marcha y en breve recibirían información sobre fechas de reunión previa, condiciones, lugar y fecha final de la entrega.
Esta noticia les ha embriagado, están locos de contentos, ven fin a esa larga racha de desesperación. Y por alguna razón Carlos tiene la sensación de que a partir de ahora toda va a ir bien, aunque, mirando a su mujer, le entran algunas dudas.
Camino de la oficina piensa en todo lo que cambiara cuando llegue el niño, tienen fotos y saben donde vive, pero tienen tantas preguntas por hacer...
Por la tarde han quedado en ir a algunas tiendas a mirar cosas para el bebé, no se quieren precipitar, pero tienen muchas ganas de que llegue. Tendrán que acostumbrarse a convivir con él, deberán apuntarle al colegio, tendrán que llevarle al parque a jugar con otros niños, no pueden esperar mucho a llevarlo al medico, en fin, ciertas tareas que para ellos son nuevas.
Mientras tanto, a cinco horas de avión de allí.
Elena buscaba ansionsamente entre los papeles de un archivador, sabía que no tenía mucho tiempo, estaba nerviosa. Además, no recordaba bien el nombre a buscar... Riszael... Richel... Resdel...
Mientras rebuscaba agitadamente por todos los cajones del archivador, pensaba en la tenue luz que se colaba por las persianas, le recordaba al día del hospital, de eso hacía ya mucho.
Al fin lo encontró, o eso pensaba, no podía mirar más, escuchó el coche del director entrando por la verja, calculó que tardaría entre tres y cuatro minutos en llegar a su despacho, cerró todos los cajones, colocó todo como estaba y salió por la puerta.
El trabajo estaba hecho. Estaba ansiosa por llegar a casa. Todo iba a cambiar.
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