Se comenta a menudo, y solemos estar de acuerdo, que los tiempos cambian, que la vida no es igual que hace treinta años, que la vida se ha puesto muy moderna y muy cómoda, y muchas otras comparaciones.
Hay muchas cosas, que hasta que no te toca vivirlas no caes en la cuenta de que existen, y además, te hacen ver el mundo de una manera diferente y te enseña a comprender otros comportamientos.
Una de esas cosas que te hacen parar a pensar (que no es poco) es el echo de tener hijos.
No vamos a entrar en el típico tópico del cambio de vida radical que provoca en ti y en tu alrededor el ser padre. Vamos a centrarnos en el motivo que ha generado la necesidad de escribir este texto: el cambio de comportamiento de las familias con respecto a hace unos quince o veinte años, no hace falta retroceder demasiado.
Hace unos años, cuando yo era pequeño, recuerdo salir de paseo con mis padres, te visten de domingo, te peinan bien peinado, y sales a la calle agarrado de la mano, con el objetivo de tus padres de encontrarse con algún otro matrimonio conocido y charlar mientras se toman algo en un bar. Los hijos de los amigos de tus padres juegan contigo alrededor de las mesas o en algún rincon del bar donde no se moleste mucho. Si el bar tiene jardín, patio o lugar habilitado no peligroso ese sería el lugar de juegos. Pero que lo normal sería hacerlo alrededor de las mesas.
Hoy en día, la mentalidad de la sociedad ha cambiado bastante, y me da la sensación de que todo lo relacionado con el ocio se centra en los niños pequeños, o en su defecto, en los padres con niños pequeños. Por ejemplo, antes era impensable ver en bares o centros comerciales: salas de lactancia, pequeñas guarderías, tronas en los restaurantes, menú infantil, cambiadores en los aseos (en los de caballeros todavía se ven pocos, me quejo), pequeños columpios junto a las mesas de los bares, o incluso ponen mesas alrededor de las zonas de juego.
Es decir, antes eran los padres los que salían a tomar algo con sus amigos, y mientras los niños jugaban entre ellos (no tenían por qué ser conocidos). Pero ahora es al contrario, los padres llevan a los niños a jugar con sus amigos, y de paso, los padres de los niños toman algo o hablan entre ellos (no tienen por qué ser conocidos).
Un buen ejemplo de esto es 'los cumpleaños'. Hay una época de cumpleaños en la que casi todos los fines de semana tienes uno o dos. Todos lo niños de la clase del cole reciben invitación y casi todos acuden a la cita. Tú preparas al niño, le compras el regalo que ha de entregar al anfitrión y lo llevas a lugar citado. Una vez allí le introduces en el recinto con todos sus amigos para que se lo pase en grande. Mientras tanto tú has de esperar fuera, charlando con los padres de los amigos de tu hijo, y no por ello, han de ser tus amigos.
Sin embargo, haciendo un esfuerzo por tu hijo, haces gala de tus habilidades sociales pasando una tarde, normalmente agradable, hablando con gente que no conoces (aunque tras varios cumpleaños si les conoces) y hablando de cosas que normalmente no hablas. Esto, aunque parezca algo incomodo, creo que es en cierto modo gratificante, ya que, de alguna manera, sales un poco de tu entorno y tu rutina y conoces gente diferente, que siempre es enriquecedor. Y además, si alguna de esas personas es afín a ti puedas pasar un buen rato cada vez que tu hijo tenga un evento.
iker gonzález
Hay muchas cosas, que hasta que no te toca vivirlas no caes en la cuenta de que existen, y además, te hacen ver el mundo de una manera diferente y te enseña a comprender otros comportamientos.
Una de esas cosas que te hacen parar a pensar (que no es poco) es el echo de tener hijos.
No vamos a entrar en el típico tópico del cambio de vida radical que provoca en ti y en tu alrededor el ser padre. Vamos a centrarnos en el motivo que ha generado la necesidad de escribir este texto: el cambio de comportamiento de las familias con respecto a hace unos quince o veinte años, no hace falta retroceder demasiado.
Hace unos años, cuando yo era pequeño, recuerdo salir de paseo con mis padres, te visten de domingo, te peinan bien peinado, y sales a la calle agarrado de la mano, con el objetivo de tus padres de encontrarse con algún otro matrimonio conocido y charlar mientras se toman algo en un bar. Los hijos de los amigos de tus padres juegan contigo alrededor de las mesas o en algún rincon del bar donde no se moleste mucho. Si el bar tiene jardín, patio o lugar habilitado no peligroso ese sería el lugar de juegos. Pero que lo normal sería hacerlo alrededor de las mesas.
Hoy en día, la mentalidad de la sociedad ha cambiado bastante, y me da la sensación de que todo lo relacionado con el ocio se centra en los niños pequeños, o en su defecto, en los padres con niños pequeños. Por ejemplo, antes era impensable ver en bares o centros comerciales: salas de lactancia, pequeñas guarderías, tronas en los restaurantes, menú infantil, cambiadores en los aseos (en los de caballeros todavía se ven pocos, me quejo), pequeños columpios junto a las mesas de los bares, o incluso ponen mesas alrededor de las zonas de juego.
Es decir, antes eran los padres los que salían a tomar algo con sus amigos, y mientras los niños jugaban entre ellos (no tenían por qué ser conocidos). Pero ahora es al contrario, los padres llevan a los niños a jugar con sus amigos, y de paso, los padres de los niños toman algo o hablan entre ellos (no tienen por qué ser conocidos).
Un buen ejemplo de esto es 'los cumpleaños'. Hay una época de cumpleaños en la que casi todos los fines de semana tienes uno o dos. Todos lo niños de la clase del cole reciben invitación y casi todos acuden a la cita. Tú preparas al niño, le compras el regalo que ha de entregar al anfitrión y lo llevas a lugar citado. Una vez allí le introduces en el recinto con todos sus amigos para que se lo pase en grande. Mientras tanto tú has de esperar fuera, charlando con los padres de los amigos de tu hijo, y no por ello, han de ser tus amigos.
Sin embargo, haciendo un esfuerzo por tu hijo, haces gala de tus habilidades sociales pasando una tarde, normalmente agradable, hablando con gente que no conoces (aunque tras varios cumpleaños si les conoces) y hablando de cosas que normalmente no hablas. Esto, aunque parezca algo incomodo, creo que es en cierto modo gratificante, ya que, de alguna manera, sales un poco de tu entorno y tu rutina y conoces gente diferente, que siempre es enriquecedor. Y además, si alguna de esas personas es afín a ti puedas pasar un buen rato cada vez que tu hijo tenga un evento.
iker gonzález